Cuando todo padre primerizo se enfrenta a las primeras noches con su bebé, usualmente no sabe qué hacer para dormirlo ni qué hacer para que duerma más horas de corrido. Durante los primeros meses es imposible ya que necesitan comer muy seguido, pero aún así es posible llevar cierto control desde esa etapa para que no surjan imprevistos. Desde pequeños los niños pueden adoptar una rutina y este concepto será fundamental durante sus primeros años de vida. Aunque los niños tengan pocas semanas de nacidos, las rutinas son muy importantes, porque esto permite adecuarlo a ciertos horarios de sueño y de comida que lo ayudan tanto a él como a los padres. Durante las noches es mejor alimentarlo rápido y sin prender la luz o hacer demasiado ruido, y es ideal que sólo la madre se despierte y no ambos, así el nene comprende que es algo fugaz y que luego de comer debe continuar durmiendo como lo venía haciendo. Durante el día es bueno que al comer este acompañado de los dos padres, que aproveche para socializar y que tenga marcados horarios de siestas. Un ejemplo propio es que le enseñé a mi hijo a dormir la siesta durante los primeros 8 meses a las 5 de la tarde después de que mi esposa lo amamantara, acostándonos los tres en la cama con las ventanas cerradas para ver una serie de dibujos animados que a mi me gustaba. Esta rutina lo hacía tener mejor humor y era el momento del día que más esperaba para compartir en familia.
Establecida ya la rutina podemos saber a qué hora aproximada
se duerme y se despierta el bebé y de esta manera podemos organizar mejor
nuestros horarios de sueño y de trabajo. Todos dicen que hay que aprovechar
cuando el nene duerme para dormir uno, pero desafortunadamente nadie puede
vivir durmiendo cuando se es padre o madre. Por eso en este punto aparece el “método
de turnos”, en el que los padres se turnan para dormir junto al bebé y hacer
las tareas del hogar o trabajar. En mi caso en particular opté por trabajar
desde casa para ayudar con el bebé y durante la mañana (madrugada) mi ex dormía
con el bebé mientras yo trabajaba y por las tardes yo dormía con él mientras
ella hacía algunas tareas del hogar. Esto no significa que yo no ayudara en
tareas simples como barrer o pasar el trapo, dejándole a ella cosas que llevan
más tiempo como cocinar o lavar la ropa. Lo mismo sucedía con los horarios
nocturnos, aunque a veces en mi caso solía ser yo el que más tiempo le dedicaba
al bebé por haber logrado una técnica particular para dormirlo, pero eso lo
veremos más adelante. Durante la noche entonces, también recomiendo a los
padres tomar turnos, los primeros de la noche deberían ser para el que se
levanta temprano a trabajar y los últimos para quien se queda en casa. No es
bueno hacer turnos intercalados, porque al ser interrumpido el ciclo del sueño
tantas veces no se logra descansar.
Fijada la rutina y los turnos, podemos pasar a las técnicas
para dormirlo. En las primeras semanas no hay mucho que hacer, pero a medida
que pasan los meses se va complicando. Yo particularmente creo que lo mejor es
la “técnica de la repetición”, porque al igual que la rutina establece
parámetros claros que el niño puede adoptar y repetir. Esto significa que
debemos encontrar algo que a nuestro niño le induzca el sueño para volver a
hacerlo hasta que se convierta en algo tan típico, tan normal, que apenas lo
hacemos él se duerme automáticamente. Para esto se pueden probar diferentes
movimientos para mecerlo, canciones, caricias, etc. Un ejemplo propio es que descubrí
que mi hijo se dormía cuando paseábamos por el living cantando la canción de “Jake
y los piratas de Nunca Jamás” del canal Disney, así que cada vez que quería
interrumpir el sueño durante la noche, yo me levantaba y aplicaba esta técnica
que era 100% eficaz. A veces tomaba 10 minutos, otras 20, otras 30, dependiendo
el estado de alteración del niño y si había tenido alguna pesadilla, otro
factor a considerar al momento de dormirlo. Ya de más grande (1 a 2 años)
descubrí que con ciertas partes de películas de niños como “Toy Story” o “Paranormal”
él se dormía porque las asociaba a sus horarios de siesta. La asociación
también es importante porque a los bebés les agrada descubrir similitudes y
compartirlas. Por eso si les gusta algún dibujo animado es bueno comprarle sábanas
del mismo, o acolchados, almohadas, etc. que lo animen a acostarse mientras lo
miran para dormirse. Leer libros también es una gran opción, porque la
modulación de la voz y la continuidad de esta los sume en un estado de
relajación que los conduce al sueño, además de que mirar los dibujos les cansa
más la vista que mirar la TV, porque le prestan mucha más atención a los
detalles.
Por último, ningún método es mejor que el propio, hay
quienes siguen el método de Ferber de dejar a los niños llorar pero lo interpretan
mal porque esto no significa dejarlos totalmente solos, sino ir por momentos
para que se acostumbre a no estar tan apegado, pero que sepa que sus padres
siguen allí, que no lo han abandonado. Otros siguen el método de Sears que
recomienda que los niños duerman con los padres o que estos acudan
inmediatamente cuando lloran. Este tampoco es ideal porque interfiere en la
relación de pareja de los padres y el niño no comprende que hay momentos en los
que todos debemos estar solos. Yo suelo recomendar aplicar este pero que luego
de dormirlo se lo lleve a su cuna y que cada vez que se despierte se lo duerma
en su propia cama, aunque implique que alguno de los padres se acueste allí con
él por un rato.
Finalmente, siempre debemos recordar que la
responsabilidad de hacer esto no puede recaer siempre en uno solo de los
padres; ninguno es superman o alguien tan incompetente como para no poder
hacerse cargo de su hijo. El amor no tiene que ver que aptitudes, sino con
sacrificio y aprender a cambiar por otros. Siempre habrá uno más idóneo que el
otro, pero eso no exime a nadie a dejar las cosas de lado.
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