Según la psicóloga y autora Fanny Berger, esto tiene que ver con una etapa de la vida que les ha permitido aprender de sus errores y cambiar cosas que les habría gustado hacer diferente con sus hijos, cerrando así asuntos inconclusos.
Mi abuelo (en la foto conmigo)fue para mi papá un gran ayudante en la crianza y soporte, como lo es mi papá para mí. Sin embargo, ambos tuvieron eso de ser mejores abuelos que padres, y no lo digo como reproche, sino como reconocimiento.
Con mi papá mi abuelo ordenaba, a mí me explicaba. Con él era más retraído, pero conmigo jugaba siempre y hacíamos largas caminatas.
Siempre me abrazaba, pero con mi papá apenas se daba una palmada, incluso cuando le diagnosticaron cáncer terminal por fumar.
A mi viejo lo dejó fumar como él, pero a mí me encendió un cigarrilo en la boca a los 8 para hacerme entender que es un hábito esqueroso y dañino.
El padre de mi padre fue un buen padre, pero fue un genial abuelo.
Hoy, 22 años después de su muerte, todavía hago nuestras caminatas y le cuento a mi hijo cómo era Miguel Tozzi.
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